A lo largo del trámite de la reforma a la justicia, diversas organizaciones de la sociedad civil alertaron sobre los inconvenientes de varios artículos incluidos en esa iniciativa legislativa y de la forma como se fue tramitando y concertando. De hecho el punto de partida no podía ser peor: una reforma constitucional en el 2011 que habilitó a congresistas con problemas con la justicia para hacer modificaciones a la Carta y poder así votar sobre temas que los podían favorecer. A partir de allí nada podía ir bien, como efectivamente sucedió. Aunque dicho Acto Legislativo se encuentra demandado, en el transcurso del trámite a la reforma otros actores también fueron sumando privilegios: mientras magistrados de las altas cortes negociaron aumentos en sus periodos y en su edad de jubilación, el gobierno logró el afianzamiento de mayorías en el Congreso y el favor de las Cortes, abriendo paso a su posible relección. En medio de todo este festín de privilegios, la Constitución Política, la democracia colombiana y el ciudadano común y corriente, salieron mal librados. Pocos son los beneficios y los temas que pueden salvarse y muchos los acuerdos que tendrían un efecto nefasto para el país, tal y como lo han señalado ex-constituyentes, organizaciones, medios de comunicación, estudiosos y ciudadanos en general (ver por ejemplo http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/3055-reforma-a-la-justicia-indignados-y-movilizados.html). "Impunidad", "vergüenza", "horror", son expresiones que ha generado el articulado de la reforma. En medio de la pasividad de la mayoría de la sociedad,unos pocos sectores de la sociedad civil y de la oposición política, siguieron levantando la voz de protesta. Hasta el pasado jueves, cogidos "con las manos en la masa", las posibilidades del engendro de los diferentes poderes fueron demasiado evidentes y llevaron a otros actores a pronunciarse. El grotesco gesto de la conciliación fue, sin embargo, un paso adelante en un proceso de favorecimientos que ya se había desatado. Asistimos ahora a una cadena de excusas y de evasivas y a la búsqueda- a como dé lugar- por parte de los encargados de tomar las decisiones sobre el tema, de una salida para evitar la aplicación de la reforma. Si bien coincidimos en que ésta sería completamente nociva, el hundimiento, adoptado por el ejecutivo y el Congreso, solo puede verse como una reacción a la movilización y la protesta de la sociedad civil. Aunque esta medida se ofrece como una tabla de salvación con la que todos aparecen satisfechos, Foro Nacional por Colombia considera que ahora más que nunca es necesario seguir apoyando el referendo y a sus promotores, como un mecanismo a través del cual la clase política y otros actores involucrados en el acuerdo sientan que existe vigilancia y seguimiento sobre sus actos. De igual manera, el hecho de que sobre el hundimiento se esté presentando un manto de dudas jurídicas, implica que se debe seguir en alerta hasta tanto no se tenga certeza de que ninguna de las medidas incluidas en esta reforma entra a regir en el futuro. De ninguna manera consideramos viable la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Esta es más bien la alternativa de quienes quieren "pescar en río revuelto". Abrir esta puerta puede dar píe a nuevos intentos de desmonte de la Constitución de 1991 y de conseguir por esta vía lo que no se logró con el referendo releccionista que se impulso en el anterior gobierno. Aunque más lenta, nuestra apuesta es nuevamente por fortalecer la institucionalidad democrática. Este ejercicio de movilización social y ciudadana debe terminar con el establecimiento de una serie de sanciones morales y penales a los congresistas y funcionarios del Congreso implicados. Las investigaciones sobre los vínculos de políticos con actores ilegales deben continuar. La justicia se debe depurar y fortalecer. El establecimiento de una Mesa por la Reforma a la Justicia, con representación de diversos sectores de la sociedad civil y el sistema judicial puede ser una opción a considerar. Desde allí la sociedad organizada podría presionar la reforma que realmente necesita el país, la cual debe cerrarse, de entrada, a todos los intentos de contrarreforma política y de impunidad que permanecen agazapados desde diversos sectores del Congreso. Adicionalmente temas como la relección y el restablecimiento del equilibrio de poderes deberían estar en la agenda del país, así como la apuesta por el fortalecimiento de la ciudadanía, única posibilidad para crear contrapoder y arrebatarle a la clase corrupta lo que por apatía y desencanto el pueblo soberano ha venido perdiendo. |
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