QUÉ DECIR…
POR: JAIME ARISTIZÁBAL CORREA
icaro.8@hotmail.com
"Y con nosotros, nuestros muertos. Para que nadie quede atrás"
Atahualpa Yupanqui, Los Hermanos
REINALDO BARÓN
La historia de nuestro barrio la hace sus gentes. Gentes del cotidiano que vamos constituyéndonos en los protagonistas de un puñado de vecinos con los que compartimos un tiempo y un espacio en común.
Se hace el encuentro, se construyen amistades, se familiariza el uno y el otro… hacemos parte de una comunidad disidente y residente.
Hay un saludo, una sonrisa… Y entre ires y venires entrecruzamos miradas, palabras y gestos.
Parece que un barrio es el cúmulo de cosas simples y sencillas con que nos vamos haciendo conocidos y cercanos.
Unos más otros menos, pero ahí vamos por nuestras calles de casas parecidas. Y se nos vuelve nuestro espacio común una especie de casa grande que vamos haciendo nuestra porque en ella habitamos y desempeñamos un papel de necesaria sociabilidad.
Nos reconocemos porque somos los mismos, porque somos de la misma clase social y emergemos sorteando situaciones parecidas en la lucha diaria para ser lo que somos.
Nos congrega intereses parecidos y aunque ya casi no compartimos tanta vida social, como en otros tiempos, queda la memoria y la vida impresa en nuestra existencia.
Aquí en nuestro barrio Ciudad Jardín Norte ha nacido el arraigo de la cercanía y el afecto. Aquí se han constituido familias, compadrazgos y amistad de fuertes vínculos. Entre todos, con el tiempo, hemos construido una sociedad algo fraterna y cercana…Y hacemos nuestras las alegrías y hacemos nuestros los duelos.
Hoy pienso en mi barrio, en mi querido barrio Ciudad Jardín Norte, que aprecio entrañablemente.
El motivo de reflexionar sobre nuestro barrio es el acontecimiento de Reinaldo Barón. Su presencia era ya familiar y cercana. Su amabilidad y sencillez eran su mejor carta de presentación. Su cortesía y simpatía era su mejor característica.
Nunca le pude aceptar una cerveza, pero siempre su comprensión lo hacía una persona discreta y apreciable.
Con sus manos de trabajo duro, un saludo siempre supo ofrecer y una abierta sonrisa hacía resplandecer.
Siempre quise saber cual era el sentido de sus proporciones arquitectónicas con las construyó su enorme casa.
Con Reinaldo Barón se fue un poco de lo que tiene nuestro barrio: un legado de gentes que hacen de su sencillez el agrado de convivir.
Me da cierta nostalgia ver como poco a poco nuestro barrio va siendo un lugar de recuerdos. Recuerdos idos que se van con los que ya no están…
Bogotá, julio 2011.
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